En una medida desconcertante, el gobierno belga se ha fijado un ambicioso objetivo: reducir el número de consumidores diarios de tabaco entre las personas mayores de 15 años a tan solo 5% para 2040. Si bien este objetivo representa un esfuerzo encomiable por una sociedad más sana, su reciente decisión de prohibir las bolsitas de nicotina suscita considerables preocupaciones. Esta prohibición contradice directamente el exitoso enfoque adoptado por Suecia, país que alcanzó la misma prevalencia de tabaquismo de 5% en 2023.
El logro de Suecia se atribuye a su respaldo a las estrategias de reducción de daños del tabaco, que incluyen la promoción de alternativas más seguras como el snus y las bolsitas de nicotina. Al permitir estas alternativas, Suecia ha brindado a sus ciudadanos opciones que reducen drásticamente los daños asociados al tabaquismo tradicional. La pregunta que surge entonces es: ¿cómo planea Bélgica lograr su objetivo de reducir la tasa de tabaquismo prohibiendo alternativas más seguras, las mismas herramientas que han demostrado ser eficaces en otros países?
La decisión de Bélgica parece contradictoria, especialmente considerando el éxito de Suecia. Suscita inquietudes sobre la coherencia de las políticas de salud pública del país. Para avanzar realmente en la reducción de las tasas de tabaquismo, es fundamental que los responsables políticos consideren enfoques basados en la evidencia que han funcionado en otros países. Adoptar estrategias de reducción de daños y permitir el acceso a alternativas más seguras podría ser un paso crucial para lograr el loable objetivo de Bélgica. El mundo observa atentamente, a la espera de ver si Bélgica reconsiderará su postura y aprenderá del éxito de países como Suecia en la búsqueda de un futuro más saludable y sin humo.